miércoles, 9 de mayo de 2012

De Reyes Santos.

Uno de los grandes problemas de la asignatura de Historia de España en los institutos y colegios actualmente es que debido al ansia de ser políticamente correcto, a las heridas abiertas por el régimen franquista al respecto del "glorioso pasado de España", o por razones que escapan totalmente a mi comprensión, se deja totalmente de lado la Edad Media y la Edad Moderna de nuestro país. Prácticamente los siete/ocho meses de curso se estructuran en torno a todo lo ocurrido después de la muerte de Fernando VII, con especial atención a la Restauración, la Guerra Civil y la España actual. Al menos ese ha sido mi caso y por lo que he ido oyendo el de casi todos.

Y me opongo y me parece mal, ¿que hay que mirar al pasado para no repetir los errores cometidos? Totalmente de acuerdo. La Guerra Civil fue algo totalmente deplorable, un malévolo artificio del destino producido por la intolerancia, la ambición y la podredumbre moral de muchos, la mala gestión de otros, el silencios de unos cuantos y que resultó en el sufrimiento de un país entero y de sus generaciones posteriores. Debemos aprender de la Revolución Gloriosa de 1.868, de Prim, de Canalejas, de lo bueno que pudo tener Cánovas pese al régimen de pucherazo que impuso, del avance que supuso la Segunda República y de nuestra modélica Transición...pero sin olvidar jamás un pasado que a algunos les parece tan lejano que merece ser olvidado, y como mucho recordado por el Cid Campeador o Alfonso X el Sabio (rey que, por cierto, destrozó las arcas saneadas de sus reinos por el sueño de convertirse en Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico).




Y por eso hoy quiero dedicarle unas pocas líneas al que probablemente fuera el mejor Rey de la historia medieval de España, y uno de los grandes de todos los tiempos. Consiguió muchísimas cosas en el breve lapso que vivió, y su reinado me parece lo suficientemente interesante como para consultar varios libros sobre él. Hasta ahora solo han caído en mis manos tres que lo traten: la muy recomendable "Historia de España para escépticos" de Juan Eslava Galán, una biografía sobre él patrocinada por el Ayuntamiento de Palencia y una Biografía de Alfonso X el Sabio, de Félix Pérez Algar, en la que es mencionado varias veces debido a que es padre de este último monarca.

Nacido como hijo de Berenguela, hija a su vez de Alfonso VIII de Castilla, y de Alfonso IX de León (el cual, por cierto, había aprovechado la Batalla de Las Navas de Tolosa para no solo no unirse a la causa sino darle unas cuantas puñaladas a su suegro), sus padres fueron divorciados en 1.204 por el Papa Inocencio III debido a la consanguinidad. En un principio fue criado para ser el heredero de su padre en el reino de León, y sin embargo con la muerte de Enrique I, príncipe de Castilla, se convirtió en rey en 1.217 del reino con el que rivalizaba su padre. Por supuesto a este último no le sentó bien lo que había ocurrido con su hijo, por lo que le negó la posibilidad de sentarse en su silla real.

Sin embargo Fernando III tuvo la suerte de que su madre fuese probablemente una de las mujeres más inteligentes y relevantes de la Historia de España. Alfonso IX había nombrado como sus herederas a Sancha y Dulce, producto de un matrimonio posterior con Teresa de Portugal, y Berenguela logró que renunciaran a sus pretensiones mediante el Concordato de Benavente. Fernando se comprometió a cederles algunas tierras y darles una nada despreciable dote a cambio de sus derechos, muy a la manera de Esaú vendiendo su primogenitura por un plato de lentejas. De esta forma Castilla y León se unían de nuevo en una persona de un monarca, solo que en esta ocasión no se volverían a separar.

La historia tiene esos momentos en los cuales coinciden hombres de gran calado que dan un nuevo impulso a sus Estados, países o reinos, y precisamente en estos años del Siglo XIII gobernaron en Castilla y Aragón Fernando III y Jaime I. El Santo y el Conquistador, dos auténticos jefes de Estado que se respetaron mutuamente durante todo su gobierno (uno de los grandes méritos del padre de Alfonso X fue no atacar jamás a un hermano cristiano) y que no solo expandieron su territorio, sino que convirtieron sus reinos en referencias de Europa.

Dato curioso: Fernando tuvo once hijos con una mujer y seis con otra. Primero se casó con Beatriz de Suabia, hermosa princesa de los reinos germánicos a través de la cual su hija Alfonso obtendría derechos sobre el trono imperial (para infausto recuerdo de las arcas del reino) y posteriormente con Juana de Danmartín. Fue un hombre piadoso que respetó religiosamente a sus hermanos de fe y las treguas que acordó. Esperó hasta la muerte del califa con el que había firmado los acuerdos de paz para poder golpear las tierras de los musulmanes. Y aparte de todo esto fue un hombre culto, que promovió el uso del castellano en todos sus territorios y que legó para la posteridad las catedrales de León y Burgos.

Pero hay una cosa que está clara, no se pasa a la Historia simplemente por estas cosas, y menos teniendo un hijo de la talla intelectual de Alfonso X "El Sabio". Fernando III es recordado por haber arrebatado de manos musulmanas Sevilla, Córdoba, Andújar, Baeza, Jaén y Murcia (esta última en campaña dirigida personalmente por su primogénito), sometido a vasallaje Granada (aunque hay autores que consideran que esto fue un fallo político, pues podría haber terminado la Reconquista doscientos cincuenta años antes si hubiera entrado en la ciudad y no la hubiera simplemente puesto bajo tributo) y albergado proyectos ya no para terminar de unificar la antigua Hispania, sino para cruzar el mar y comenzar la invasión de África. Desgraciadamente, como dice Juan Eslava Galán, se murió demasiado pronto para seguir con el susodicho plan que, conociéndole, habría salido bien con casi toda probabilidad. Los datos asombran: Heredó ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados de una corona, cien mil de otra y luego tuvo la voluntad y el empeño de añadir otros cien mil más los que habrían sido Granada. A su lado Aragón también creció en paz y conquistó las Baleares y Valencia, por lo que se configuraron casi definitivamente los distintos reinos de España hasta su unión dinástica en 1.469.

Y este fue Fernando III el Santo, el rey olvidado por muchos libros de Historia actualmente. El hombre que tradujo el Fuero Juzgo (este recordatorio se lo debo a mi amiga wikipedia), que hizo de Castilla una auténtica potencia europea y que coincidió en el tiempo con otro grande como fue Jaime I el Conquistador de Aragón. Desde aquí mi pequeño recordatorio que espero ampliar algún día para uno de los grandes reyes de España.

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