En el deporte moderno es muy extraño el caso que se nos presenta hoy: el de un jugador tan entregado a su club que renuncia a más dinero o a la mayor gloria posible en otro de más prestigio, potencial económico o posibilidades de ganar campeonatos, a cambio de seguir forjando su leyenda en el equipo en el le han dado todo. Y en el baloncesto actual se me ocurre Dirk Nowitzki, Tim Duncan...y Steve Nash, sobre todo el buen viejo Steve.
A continuación un link muy interesante:
http://www.nba.com/playerfile/steve_nash/
Simple y llanamente, estelar. Steve Nash promedia 14 puntos y 11 asistencias por partido, tirando con unos porcentajes de acierto muy cercanos a su mítico 50-40-90 y jugando unos 33 minutos por partido. Estos serían números de crack, pero revisten muchísimo más mérito si tenemos en cuenta que el base canadiense tiene 38 años recién cumpliditos, y que miembros de su quinta, como por ejemplo:
http://www.nba.com/playerfile/jason_kidd/
http://www.nba.com/playerfile/derek_fisher/ (Si bien es cierto que Derek nunca fue una estrella)
Han bajado mucho sus números y se arrastran bastante por la cancha. En cambio "Mr Asistencia", el mejor base que yo he visto jugar en una cancha de baloncesto, sigue deleitando con sus triples, sus pases imposibles, su visión de juego privilegiada y sus ganas de dejárselo todo por el equipo y seguir comandando a unos Phoenix que hace ya dos años que dejaron de ser la gran potencia del Oeste que una vez fueron para convertirse en equipo de octavo puesto y primera ronda con eliminación. Pero desde luego no será por el fantástico pasador de la Universidad de Santa Clara, que hace relativamente poco superó a Kevin Johnson como máximo asistente de la franquicia.
Más datos:
http://www.nba.com/playerfile/steve_nash/career_stats.html
En los últimos 3 años Steve ha promediado 14,4 puntos, 11,2 asistencias con un acierto del 50% en tiros de campo, un 40% en triples y un 90% en los tiros libres. Dirigió a los Suns, en el último año de Amaré Stoudemire (09-10) a las finales del Oeste que perdieron contra Lakers, y el año pasado aún siguió dirigiendo el show como buenamente pudo. Ha convertido a Marcin Gortat, suplente de Howard en Orlando, en un center soberanamente rentable, que añade 16 puntos y 10 rebotes por noche. ¿Que habría podido hacer el mago canadiense con Dwight Howard, como se ha comentado por muchos foros?, ¿o tirándole alley-oops a Blake Griffin si los Clippers hubieran ido a por él conservando a Gordon, por ejemplo?
Pero Steve ha hablado, y lo ha hecho para decir que no perseguirá el anillo. Que no buscará irse a otro equipo y que si puede renovar por Phoenix Suns, el equipo en el que ha ganado dos MVP después de que Dallas lo dejara marchar, tras haberlo rescatado de las profundidadesd del banquillo, y al que convirtió junto a Amaré, D´Antoni o "The Matrix" Marion en un festival de ataque, un equipo al que la solidez de Spurs, Mavericks y los remozados Lakers impidieron llegar a unas finales que todo el mundo quiso siempre que ganaran. Porque el base canadiense se lo merece. Porque tiene que tener un anillo que adorne su residencia, para mirarlo con orgullo junto con su dorsal retirado en el techo del pabellón de los de Arizona.
Y si los Phoenix Suns son inteligentes lo dejarán marchar. Y es una pena que el baloncesto ya no permita sentimentalismos, pero es así. Steve sigue haciendo magia, pero no está bien rodeado, y todo su talento solo le sirve a los Phoenix para seguir caminando entre la octava y la décima posición de la Conferencia Oeste. Entre una eliminación a manos de los Thunder en primera ronda o elegir de nuevo con el número 12/13 en el draft. Es el momento de reconstruir y traspasar a Nash por jóvenes y rondas, o dejarlo marchar para tener espacio salarial en los años que vienen, y que una nueva generación tome el relevo. Los Suns se merecen volver a disfrutar, aunque para ello tengan que galopar por el desierto varios años. Y Nash se merece un anillo. Porque cuando se retire todo aficionado al básket llorará, y eso solo lo hacen los más grandes.
Blackwood, Bracken, Mallister, Casas que Invernalia nunca había gobernado, pero Catelyn vio cómo se levantaban, desenfundaban las armas, doblaban las rodillas y gritaban los antiguos lemas que no se habían escuchado en el reino desde hacía más de trescientos años, desde que Aegon el Dragón unificara los Siete Reinos... Pero en aquel momento volvían a escucharse, retumbando entre las vigas de la sala de su padre. —¡El Rey en el Norte! —¡El Rey en el Norte! —¡El Rey en el Norte!
Qué emotivo todo tío.
ResponderEliminarEs una gozada de jugador, dos MVPs y bien merecidos. Es un grande.