Normalmente dedico este blog a mis grandes aficiones: al baloncesto, al fútbol y los mundos de fantasía. Pronto habrá también un huequecito para la historia y películas, pero eso no quita con que, en reflexiones como las que he tenido hoy caminando por el campus de mi universidad, no piense en variar un poco el estilo de entradas y hacer homenajes a personas que se lo merecen. Que sí, que Steve Nash es buenísimo y lo adoro, y será una gran pérdida para el baloncesto cuando decida volver a su casa y contar sus millones y sus premios. Que Gasol es una leyenda del baloncesto español y se merece todos los elogios...pero por la calle hay muchos héroes anónimos que también se merecerían una y mil entradas en blogs a lo largo y ancho de todo este planeta, y hoy me centraré en uno de ellos, uno al que tengo la suerte de conocer, y que vive en mi residencia.
No es casualidad que el título de la canción sea una canción de Nach. Podía haber comenzado con Héroes (fantástica, para todo aquel que lea esto y quiera escuchar una buena canción de rap), pero esta es mucho más representativa, porque, como imaginaréis cuando oigáis la letra, nuestro protagonista es ciego:
Y no voy a mencionar su nombre. Aquellos que lo conozcan sabrán perfectamente quién es, y segundo, no sé si querría verse en internet, así que nada mejor que mantener el anonimato. El anonimato heroísmo de un estudiante de universidad que se bate el cobre todos los días. Es una alegría para el corazón verlo entrar en el comedor, bastón en la mano, sorteando obstáculos y con una sonrisa permanentemente pintada en su rostro. Una de las cocineras se le acerca y le pregunta que quiere, el se lo dice, se sienta y saca sus cascos para "leer" (Y me dejó asombrado a principios de curso cuando me dijo que estaba con "Juego de Tronos", lo cual llevó, por supuesto, a un servidor a recomendarle enfervorecidamente el resto de la saga). Y mientras se dedica a esta tarea lucha con el pan, con el no saber cuán lleno está el vaso de agua o si el plato amenaza con derramarse, y sin pedir ayuda en ningún momento, utilizando ingeniosos trucos y sin protestar jamás.
Y aunque esto ya de por sí es espectacular, su heroísmo roza lo sublime y angélico cuando te cuenta que él es oriundo de los Estados Unidos, y que su familia está actualmente allí, en la lejana América, y que sus recursos no son precisamente muchos, sino que se ha ido ganando el viaje a Madrid, sus estudios de máster y su estancia aquí con el sudor de su frente, ¡estando ciego! Lejos de casa, en un país con otra lengua (aunque se defiende perfectamente en español, pues vivía muy cerca de México) y con su discapacidad. A mí, personalmente me parece milagroso.
Y estas personas, estos héroes anónimos (citando esa canción de Nach y Abram de la que hablé antes), son verdaderamente aquellos que deberían salir en los telediarios, al menos en una pequeña sección, antes que tantas estupideces acerca de bodas y tantas desgracias que se van sucediendo en la pantalla. Un pequeño guiño a la alegría y a la esperanza. Una invitación a la reflexión, ¿verdaderamente son nuestros problemas para tanto?, ¿cómo nos atrevemos a decir que no podemos si tenemos ejemplos como el suyo? Hoy he pensado en las veces que he querido rendirme, abandonar o dejar de lado multitud de proyectos en mi vida y me he arrepentido profundamente tan solo del haber albergado el simple pensamiento. Si tengo su ejemplo, si sé que con una discapacidad tan brutal se puede seguir sonriendo y luchando, lejos de casa, por aquello que quieres, ¿tendría mi conciencia tranquila si me rindiera y abandonara?
Gracias por servirme de ejemplo.
Blackwood, Bracken, Mallister, Casas que Invernalia nunca había gobernado, pero Catelyn vio cómo se levantaban, desenfundaban las armas, doblaban las rodillas y gritaban los antiguos lemas que no se habían escuchado en el reino desde hacía más de trescientos años, desde que Aegon el Dragón unificara los Siete Reinos... Pero en aquel momento volvían a escucharse, retumbando entre las vigas de la sala de su padre. —¡El Rey en el Norte! —¡El Rey en el Norte! —¡El Rey en el Norte!
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